viernes, 20 de julio de 2012

- DIEZ -

Mikha vive en equilibrio, o eso es lo que él pretendía poco antes de cruzarse una Hada en su camino... No hace mucho, en uno de nuestros encuentros, frente a un Gin-tónic de cardamomo (él es extravagante y exótico hasta para eso), me relataba:

- "Era un día de invierno, no recuerdo exactamente la fecha. Ella cogió una botella negra, llena de ardiente néctar, dos limones, hielo y tónica. Con una precisión casi matemática y una destreza artística, fue preparando aquel cocktail. No lo había probado antes, bueno quizás en mis años de universitario cuando era mucho mas primordial la velocidad en tragarte cualquier mezcla que el placer tranquilo y sibarita de los sabores y los aromas.


Recuerdo que era noche cerrada cuando, finalmente, probé la preparación de mi amiga. la primera sensación fue de amargor, una larga y lenta ola amarga. La segunda sensación, fue algo mas dulce y agradable. Repetí el trago, una y otra vez hasta acabarme el contenido de la copa. Aquel brebaje abrió mi mente a una desconocida dimensión. Destellos imaginarios bailaban en mi cerebro y un fuego que creía apagado fue reviviendo con una tímida intensidad al principio, para acabar volviéndose abrasador. No entendía nada de lo que me estaba sucediendo. Notaba la dilatación de mis pupilas y la aceleración de los latidos de mi corazón a punto de desbordarse, necesitaba calmarme.


Me giré para hablar con mi amiga de lo que sucedía, para constatar que había desaparecido. No la veía por ninguna parte, parecía haberse esfumado del piso, cuando solo un instante antes, se encontraba justo a mi lado. Obviamente, enseguida culpé a la bebida ingerida de mi estado de alucinación, cuando de repente, me percaté que algo diminuto, frágil como el cristal y muy brillante, reposaba sobre el sofá, en el lugar que poco antes ocupaba ella. Era parecido a un diamante tallado de forma extraña e irregular, me aproximé y ¡era ella!.


Reducida en dimensiones pero ampliada en brillo y luminosidad. Le habían salido dos pequeñas alas semitransparentes, incoloras pero que reflejaban todas las tonalidades de su alrededor, como un prisma y me miraba con una mirada inteligente, de ojos pícaros y tiernos a la vez. Se había transformado en una Hada.


Incrédulo, paseaba mi mirada del Gin-tónic que me había preparado mi amiga, al ser que se sentaba a mi lado y al revés, una vez tras otra. Intentaba descubrir qué mágica relación existía entre el uno y el otro, si es que guardaban relación alguna. me froté los ojos con el dorso de la mano, esperando que, al abrirlos, mi amiga estaría sentada de nuevo a mi lado, en su tamaño y formato originales. Pero no. Continuaba siendo aquel ser frágil y refulgente en el que se había convertido. 


Aquella noche muchas preguntas quedaron sin respuesta, y lo sucedido me superaba. Nadie iba a creerme jamás. No obstante me quedé allí. Aprendí a sentarme a su lado y simplemente, escuchar qué decía. Aquel día me reafirmé en aquello que ya intuía desde hacía años, y es que uno, no es mas grande por su talla o por sus dimensiones físicas, ni siquiera por las dimensiones de su cuenta corriente, sino por la fuerza y el brillo que su simple presencia puedan irradiar. 


Aprendí que las Hadas son seres frágiles y delicados, pero al mismo tiempo brillantes y duros como el diamante. Y si te paras a escuchar a una, te das cuenta que en la vida y a pesar de su crudeza, tribulaciones y vaivenes, hay algo puro en ella...como la pureza contenida en las alas de una Hada o en las burbujas de un Gin-tónic"

Mikha acaba su relato y yo apuro mi copa. No quiero ni debo explicarle el secreto que esconde su vivencia, eso lo descubrirá él con el tiempo. No ha vuelto a ser el mismo desde entonces, ahora, aunque no lo sepa, es mejor. Me despido de él y me alejo buscando mi móvil en el fondo de mi enorme bolso. Marco el número de una de mis amigas mas recientes, en esto de convertirte en Hada, solo para prevenirla de que mostrarse tal cual ante los demás, en tu forma de Hada, no puede traerte mas que complicaciones. Suerte que Mikha no sabe que nos conocemos. ¿O si?.

martes, 17 de enero de 2012

- NUEVE -

Una de las actividades a las que te entregas, sin condiciones, cuando te conviertes en Hada, es la de remover la mierda. Explicado así, con todo su esplendor escatológico, da la sensación que una disfruta con semejante afición . Pero de lo que, realmente se trata, es de remover tu propia porquería interior, a ver si así, sacudiéndola, acabas por entender porqué se empeña en arraigarse a lo mas profundo de tu alma y asomar su asquerosa cabecita cada vez que piensas haberlo ya olvidado.

Cada uno gestiona, reutiliza o desecha definitivamente su propia "mierda" de diferente manera. A las Hadas nos suele funcionar, meterla en cajoncitos para volverla a utilizar (¡viva el reciclaje!) cuando nos es necesario. Normalmente recurrimos a ese preciso cajón cuando hemos vuelto a "patinar", para recordarnos a nosotras mismas que si lo encerramos ahí, fue, precisamente, para no olvidarnos de ello y no volver a cometer el mismo error.

También nos gusta proclamarla a los cuatro vientos, convirtiéndola en algo trivial, explicándolo en formato anécdota: un mal polvo, una relación fracasada, un desaire, una falta de respeto, una mala experiencia, un amante poco dotado.....porquería acumulada que se niega a abandonar su lugar en tu memoria y se transforma en una historia que contar  a los amigos y en unas risas sanas en ellos, forzando la tuya.

Pero de repente, un día, esas historias con su "mierda" incorporada se transforman reclamando su existencial derecho en un par de lágrimas a punto de asomarse a tus ojos y todo pierde su humor. Y ese amigo al que le has explicado mil veces la gracia que te hace el recordar lo afortunada que eres, por no tener que soportar mas desplantes o un amante micro-fálico, te despierta a golpe de una aplastante coherencia, de tu ensoñación historiadora.

Un Gin Tónic doble, me devuelve al lugar al que pertenezco, al de las historia vividas sí, pero al lugar de las historias que aún deseo vivir, no al de las recordadas. Sorbo tras sorbo decido vaciar todos los cajones, airearlos y acondicionarlos para dar cabida a esos momentos con los amigos que, sin saberlo, también son un poquito Hados.

domingo, 8 de enero de 2012

- OCHO -

La aparición del Dragón y su negativa a responder ante cualquier palabra, cuidado o estímulo procedente de mis ganas de conocer, se plantea como la antesala de una montaña rusa emocional que tentaría a cualquier Hada...

Y ahí es donde una se pierde por completo, cuando dejas tu vaso de Gin Tónic apoyado en la roca, para no perder el contenido y decides subirte a esa montaña rusa para vencer el vértigo de amar, por el simple placer de disfrutar de la caída con toda su connotación filosófica y por rendirte sin condiciones a un capricho del azar....
Y a ver si así encuentro las respuestas a su aparición.

Vuelvo varias veces al lugar donde lo encontré, o donde me encontró, eso ya carece de importancia. Intento comprender y ni siquiera una lectura estelar, ni de las líneas de la mano me da pistas de lo que calla. Quizás sea mejor no saber y que pase lo que tenga que pasar, que a mi me da lo mismo.

Perdida como un perro voy, en busca de aventuras. Perdida sin saber quien soy, en la montaña rusa.

Quizás, con el Gin Tónic y mis ansias de magia, pretendía cambiar el mundo y tal vez ese mundo me ha cambiado a mi. Y hubo momentos en los que me hundí en sus silencios hasta alcanzar la misma conclusión, que aunque a veces me pierde el corazón, no soy ninguna santa y me paso de la raya. Ahí interviene la razón que me dice, que entre sorbo y sorbo, se ha de respetar las decisiones de cada cual.


Perdida como un perro, en un día de lluvia. Totalmente perdida, aullándole a la luna.

Aún no sé dónde voy a ir, ni si volveré a la roca donde apareció. El Dragón sigue allí, aunque alguna cosa ha cambiado, cada vez me observa menos y se centra mas en otear el horizonte, presiento que pronto alzará el vuelo y quizás sea lo que deba hacer. Nunca hubo nada que me atase allí y deberé apearme de la montaña rusa mucho antes de lo previsto.




De la canción de Amaral "Montaña Rusa", de su trabajo "Hacia lo Salvaje".

sábado, 5 de noviembre de 2011

- SIETE -

El Dragón pasa por delante una sola vez, después remonta el vuelo para descender en espiral cerca de donde me encuentro y se posa lentamente sobre una gran roca. Me mira, sólo me mira.
No sé qué hacer ni como actuar. Todo lo aprendido desaparece y se convierte en espectación, quiero saber.
Espero un gesto, un movimiento, pero no obtengo nada. El Dragón mantiene su vista fija en mi, pero es como si escrutase al infinito, al vacío, ni siquiera sé si me está viendo.

Cada Hada tiene sus propios recursos para enfrentarse al mundo que la rodea y que no acaba por reconocer su existencia, en mi caso particular me sirven los Gin Tónics y hablar. Hablar con las personas hasta creer conocerlas, dejar que me cuenten sus propias historias para conformar la mía, hablar de los deseos, los sueños, intentar explicar la vida con palabras, transmitir los mensajes que quiero enviar o recibir, dotar a los sentimientos de sentido literario, compartir momentos entre prosa y verso, hablar para saber, para explicar, para razonar, para enfadarme, para querer, para sentir. Hablar por el simple placer de hacerlo.

Siempre intentando no caer en la tentación del hablar por hablar, las palabras vacías no sirven y el hablar sin sentido tampoco. Alguien que puede expresar un sentimiento con palabras, también entenderá una mirada o un silencio, sin necesidad de ponerle nombre.

Mi Dragón sigue en su roca, impasible, silencioso. Decido empezar a hablarle, quizás consiga hacerme entender. Le relato la leyenda del dragón que tan bien conozco, quiero saber de dónde ha surgido y porqué ahora.

Cuando una Hada habla y no se la escucha, alguna cosa se muere dentro de ellas, y no es porque lo que tengan que decir sea más o menos importante que cualquier otra cosa que sea susceptible de ser dicha. Es solo, porque cuando una Hada se decide a hablar es porque intenta transmitir alguna cosa, intenta transmitir mediante las palabras alguna cosa que ya se ha gestado en su corazón (ahí nacen las palabras), con la perspectiva de llegar a otro corazón. Hablar de corazón a corazón no es fácil, porque las personas escuchan con el sentido del oído, sintetizan con el conocimiento, perciben con el alma, y llegan a comprender con el corazón, y el camino del mensaje, a veces, es demasiado largo.

Hay quien escucha pero no entiende. Hay quien siente, pero no retiene. Hay quien, simplemente, no escucha  y cualquier mensaje le supone una ardua tarea de descifrado y comprensión.

Acabo mi relato y el Dragón sigue mirándome sin verme. No emite casi ningún sonido, sólo se oye su profunda respiración, pero apenas veo su pecho ascender y descender a cada bocanada de aire que toma. Mi sorpresa inicial y después de llevar largo rato hablando, se convierte en un molesto y poco razonable enfado por no obtener respuesta. Se empieza a hacer sitio en mi interior una incipiente batalla que amenaza con enfrentar conocimiento y percepción. Lo que desconozco y estoy deseosa de que me sea explicado, comienza a tomar forma, pero solo desde un punto de vista, el mio. Y eso conlleva que nunca sea comprendido del todo.

Quisiera que me entendiese, que me percibiese. El ha decidido mostrarse, sobrevolarme y posarse en la roca, pero no consigo saber el porqué. Ni siquiera sé si me ve, si sabe que estoy allí, si sabe que no deseo hacerle daño, si sabe que yo sí quiero saber. En ocasiones, algo que se desconoce, basta con percibirlo y si se explica, pierde su esencia, pero si no es relatado también puede ser olvidado.

Me levanto muy lentamente y me dirijo al Dragón. De un simple zarpazo podría desmembrarme, deshacerme entera, hacerme desaparecer. Estoy tan cerca que percibo su calor, me acerco a menos de medio metro y donde intuyo que él pueda tener sus oídos, le susurro: - Explícame la vida...

miércoles, 19 de octubre de 2011

- SEIS -

Sentadas en un saliente de la montaña, hay Hadas que tomamos un Gin Tònic, viendo caer la tarde. Observamos las nubes, ¡nos encanta!. Consideramos las nubes lo más parecido a expresiones de cambios de humor de la atmósfera y los interpretamos como los del rostro de una persona. Creemos que las nubes son para soñadores y que su contemplación beneficia el alma. De hecho, las Hadas que consiguen encontrar formas fantásticas en ellas, se acaban ahorrando muchísimas facturas en psicólogos...

Además, se las considera poesía en estado puro de la Madre Naturaleza y uno de los mas igualitarios de sus despliegues, ya que todo el mundo puede disponer de una estupenda vista de ellas. Y desde mi montaña preferida se tiene una magnífica perspectiva.

Lo que quizás no sea tan frecuente, ni para una Hada ni para el resto del mundo, sea toparse con un Dragón.

La única historia sobre dragones que me creí siendo niña, fue la que leí en un viejo libro sacado a escondidas de la biblioteca de mi abuela. Ella seguro que también era un Hada, pero en aquellos tiempos no se tenía mucho tiempo de pensar en lo que una era, sino en lo que no se tenía que ser.
Aquella historia narraba con un extraordinario color y dramatismo...


"Y apareció en el cielo una bella mujer revestida de Sol, con la Luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. Estaba embarazada y gemía de dolor porque iba a dar a luz. Entonces apareció en los cielos un enorme dragón rojo como el fuego. Con ojos de furia y hielo. Su cola arrastraba mil millones de estrellas del cielo y las precipitó sobre la Tierra. El Dragón se proponía devorar al hijo de la mujer en cuanto naciera. 


Pero la mujer alumbró una niña, tan hermosa y blanca que el dragón se cegó con su visión y el hielo de sus ojos se convirtió en un manantial de luz que ascendió a la recién nacida hasta su lomo. 
Allí la acunó y la cuidó, mientras su madre, asustada huyó a las montañas, donde fue alimentada y protegida el resto de su vida por los ancestrales seres que entonces las habitaban. Tiempo después se sabría que los celtas, considerarían al dragón como una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada y utilizada por sus magos.


Entonces, se libró una batalla en el cielo por recuperar a la neonata y los ángeles combatieron contra el dragón que, presuntamente, fue vencido y expulsado del cielo. 
En el mítico combate el dragón asumió dos roles, el de luchador contra la ignorancia de los hombres que lo creían un devorador y el de guardián de su protegida, lo que finalmente, llevaba a una sola intención, la que había esperado durante tanto tiempo como ser cósmico: la que implicaba la muerte para el nacimiento de un nuevo orden, la reinvención de la percepción del Universo y el descubrimiento de un lugar sagrado.


La niña jamás apareció y hay quien asegura que aún a día de hoy, una hermosísima mujer, con cabellos color del sol y vestido de luz de luna, custodia que las estrellas luzcan, vigilada de cerca por su dragón guardián. Y sólo de vez en cuando, él la deja pasearse sobre la Tierra donde la trajo al mundo su madre, para recordarle la fragilidad de aquello que iluminan las estrellas que ella cuida."

Sentada en un saliente de la montaña, con la copa a medio vaciar...recuerdo aquella historia y comienzo a pensar que para llegar al lugar donde vivo, una de las rutas para acceder a él, atraviesa toda una colección de dragones dormidos que con los años, han pasado a ser rocas del paisaje y ya casi nadie se fija en ellas. Sólo los niños.

Por lo que quizás no sea tan extraño el haberme parecido ver a uno de ellos sobrevolando la zona donde me encuentro. Decido apurar mi copa, nunca jamás un Hada tiraría lo que le queda de un Gin Tónic, sólo por haber creído imaginarse algo...y me concentro en el paisaje, el paso lento de las nubes y el matiz de colores que estas van adquiriendo con la caída del Sol.

Estoy a punto de marcharme por culpa del frío de otoño, que juguetea con mis ganas de prepararme otro Gin Tónic para entrar en calor, es entonces, cuando lo veo. A él, al Dragón...




miércoles, 21 de septiembre de 2011

- CINCO -

Cuando las Hadas no pueden dormir, y eso suele suceder con frecuencia, no emplean su magia para conseguirlo. Ocurre que en esos momentos de insomnio, a veces no consiguen dormirse en un rato, otras veces no lo consiguen durante horas, es cuando los pensamientos del día toman forma.
Es entonces, cuando surgen las respuestas. Y si no son las que buscaban, siempre son las que indican el camino.

Conozco una Hada, una Hada que está empezando a serlo y todo cambio requiere de su tiempo de transición, que de niña perdió su mascota, una foca de peluche que la acompañaba a todas partes. Un día desobedeció una orden paterna y la llevó con ella. La perdió. Nunca más la volvió a encontrar y aún la buscó muchos años después, sólo que el juguete se convirtió en unos estudios, un trabajo, unas amistades y unas relaciones que buscaba y jamás acababa de encontrar lo adecuado para ella.

Una noche de insomnio, preparándose un Gin Tonic, esta vez con lima en vez de limón, la proporción justa de ginebra y una tónica en formato sifón -ella si que sabía como preparar un estupendo Gin Tónic-, decidió liberar a su peluche y pensó que a lo mejor no lo había perdido, sino que le había dado la oportunidad de tener una nueva vida, pensó que quizás alguien lo había encontrado y su foquita había acabado acunada en los brazos de otra niña que la necesitaría durante un tiempo, el mismo que ella la había disfrutado.

Con esos pensamientos infantiles y de fábula empalagosa, al quinto sorbo de su Gin Tónic, las cosas y sus propios recuerdos ya no parecían tan importantes, sólo eso, recuerdos. Y los recuerdos pasados, como las historias, están para ser recordados, no para refugiarte en ellos.

El único refugio válido es la historia que vives en ese momento, es entonces cuando puedes refugiar tus sueños e ilusiones en ella. Esa noche la Hada lo entendió y al acabarse el Gin Tónic, pudo dormirse.
Desde entonces el insomnio ya no le da miedo y es algo que podrá transmitir a cuanta Hada se cruce en su camino a lo largo de su vida.

Cuando las Hadas no pueden dormir, y eso suele suceder con frecuencia, no emplean su magia para conseguirlo. Invierten ese momento en buscar respuestas, en desenredar los hilos que tejen sus momentos, en repasar los errores cometidos para aprender de ellos, en desgranar las palabras que han utilizado para dirigirse a las personas cuando no han obtenido una sonrisa como respuesta.

Invierten el tiempo que precede al sueño que acabará por llegar, en conocerse un poquito más. Mas adelante lo van a necesitar.

viernes, 9 de septiembre de 2011

- CUATRO -

Y hablando de intuición...
Es un rasgo característico de quien se acaba de transformar, incluso de quien está apunto de hacerlo.
Las mujeres tenemos la jodida y extraordinaria capacidad de darle millones de vueltas a las cosas que nos suceden, y con el paso del tiempo algunas hemos perfeccionado el estilo y somos capaces de conseguir auténticos bucles y hasta espirales alucinógenas con los pensamientos que estas nos generan.
Al convertirte en hada desarrollas la intuición, y se da un sensible cambio que te permite controlar la facultad de comprender las cosas al instante, coloquialmente hablamos de presentimiento. Una hada filósofa te hablará de conocimiento inmediato y de lo que es evidente. Una hada esotérica te explicará que posee capacidades extrasensoriales y, en algunos casos telépatas. Otras, te hablarás de meditación. Todas tienen razón.

Yo prefiero creer que una mezcla de todas estas cualidades puede darse siempre y cuando en tu vida anterior, en la vida en la que eras una mujer normal, antes de transformarte en hada, hayas sufrido mucho y muchas veces. Sólo el dolor activa la energía necesaria para la transformación. El dolor, la pérdida, la traición, el engaño o la decepción por poner algunos ejemplos son los detonantes y las semillas del cambio.
También las propias ganar de cambiar juegan un papel fundamental, pero eso ya es otra historia. Después de la muerte, el cambio es lo que mas miedo nos da.

Me preparo un Gin Tónic trasnochador y volvemos a la capacidad de intuición que desarrollas cuando te conviertes en una hada...a veces el Gin Tónic me hace perder los papeles...otras, el hilo de la historia...

La intuición como tal, es algo de lo que siempre nos hemos sentido especialmente orgullosas todas las mujeres, la capacidad de preveer lo que creíamos que iba a suceder en un momento dado. Nada que ver con lo que sucede cuando adquieres realmente esa capacidad. Entonces todo se vuelve del color de la lluvia. ¿Y que color tienen la lluvia?. El que tu quieras darle.
Color de lluvia de verano, de tormenta huracanada, de lluvia primaveral, de ráfagas de agua descontroladas, de lluvia que limpia el ambiente, de finas gotas cayendo en un día de sol, de cortinas de lluvia gris y espesa, de lluvia que tal como viene, se va.

Entonces comprendes que lo que no es, es porque no ha de ser y ya ni luchas, ni te enfadas, ni te enfrentas. Y la lluvia eres tu. ¿Resignación?. No, control. Control de tu capacidad de decisión sobre qué quieres que te suceda y con quien. Quizás con un poquito de suerte y un par de Gin Tónics más,  la intuición me lleve a comprender porqué me he tenido que convertir en hada en este preciso momento.