miércoles, 21 de septiembre de 2011

- CINCO -

Cuando las Hadas no pueden dormir, y eso suele suceder con frecuencia, no emplean su magia para conseguirlo. Ocurre que en esos momentos de insomnio, a veces no consiguen dormirse en un rato, otras veces no lo consiguen durante horas, es cuando los pensamientos del día toman forma.
Es entonces, cuando surgen las respuestas. Y si no son las que buscaban, siempre son las que indican el camino.

Conozco una Hada, una Hada que está empezando a serlo y todo cambio requiere de su tiempo de transición, que de niña perdió su mascota, una foca de peluche que la acompañaba a todas partes. Un día desobedeció una orden paterna y la llevó con ella. La perdió. Nunca más la volvió a encontrar y aún la buscó muchos años después, sólo que el juguete se convirtió en unos estudios, un trabajo, unas amistades y unas relaciones que buscaba y jamás acababa de encontrar lo adecuado para ella.

Una noche de insomnio, preparándose un Gin Tonic, esta vez con lima en vez de limón, la proporción justa de ginebra y una tónica en formato sifón -ella si que sabía como preparar un estupendo Gin Tónic-, decidió liberar a su peluche y pensó que a lo mejor no lo había perdido, sino que le había dado la oportunidad de tener una nueva vida, pensó que quizás alguien lo había encontrado y su foquita había acabado acunada en los brazos de otra niña que la necesitaría durante un tiempo, el mismo que ella la había disfrutado.

Con esos pensamientos infantiles y de fábula empalagosa, al quinto sorbo de su Gin Tónic, las cosas y sus propios recuerdos ya no parecían tan importantes, sólo eso, recuerdos. Y los recuerdos pasados, como las historias, están para ser recordados, no para refugiarte en ellos.

El único refugio válido es la historia que vives en ese momento, es entonces cuando puedes refugiar tus sueños e ilusiones en ella. Esa noche la Hada lo entendió y al acabarse el Gin Tónic, pudo dormirse.
Desde entonces el insomnio ya no le da miedo y es algo que podrá transmitir a cuanta Hada se cruce en su camino a lo largo de su vida.

Cuando las Hadas no pueden dormir, y eso suele suceder con frecuencia, no emplean su magia para conseguirlo. Invierten ese momento en buscar respuestas, en desenredar los hilos que tejen sus momentos, en repasar los errores cometidos para aprender de ellos, en desgranar las palabras que han utilizado para dirigirse a las personas cuando no han obtenido una sonrisa como respuesta.

Invierten el tiempo que precede al sueño que acabará por llegar, en conocerse un poquito más. Mas adelante lo van a necesitar.

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