lunes, 5 de septiembre de 2011

- TRES -

Las hadas nos enamoramos tantas veces como nos lo permiten las historias que vivimos. No siempre una historia conlleva enamorarse, pero la mayoría de las veces, un  amor trae consigo una historia. A veces la suya propia que se mezcla con la nuestra. Otras veces, ese encuentro propicia la construcción de una nueva historia y así sucesivamente. ¿No ha quedado claro ya que me alimento de historias?. Al convertirme en hada, las historias vividas adquirieron una nueva dimensión, al igual que la importancia que yo le daba al amor correspondiente.

Las hadas jugamos, jugamos mucho y jugamos con todo, En mi caso, juego con la paciencia de creer controlar el hasta cuando ha de durar la historia, cuando lo que realmente hace la historia conmigo, es jugar al hasta donde. Luego ocurre que el ritmo del olvido es directamente proporcional a la importancia que le haya dado a lo olvidado. En las medidas pasa como con todo, que si te quedas corta o te pasas, el resultado no es el deseado. Con los Gin Tónics pasa igual, un exceso de una de las partes o el defecto de las mismas, hace que su sabor varíe desproporcionadamente.

A veces, el misterio está en la misma mezcla. Y el misterio en ocasiones, no es mas que el lado oscuro de lo cotidiano y de la frecuencia. Incluso la mas excitante de las historias o tomarte muchas copas puede desembocar en pura rutina.

Las hadas, una vez hemos aceptado en lo que nos hemos convertido, estamos hechas principalmente de historias, de nuestras historias. Son las que nos configuran como individuas de la especie, lo único que nos hace diferentes y hace de nuestra vida una experiencia mágica e irrepetible. Ser capaz de vivir estas historias y de contarlas es lo que nos convierte en fantasía a ojos de los demás. Si la experiencia de convertirte en hada es lo que acabamos siendo, la intuición es lo que podemos llegar a ser.

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